Cristina, en cambio, esperaba algo muy distinto del amor. Había aceptado, a su pesar, el sufrimiento como una parte inevitable de la pasión y estaba resignada a arriesgar sus sentimientos. Si le preguntaban que buscaba al jugarse así su corazón, no sabría qué contestar. Sin embargo, sabía lo que no quería y eso era precisamente lo que Vicky valoraba por encima de todo
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