jueves, 30 de junio de 2011

y puntos suspensivos

Ella observaba cómo se alejaba corriendo una vez más tras la puerta de embarque y sabía de sobra que esa sería la última vez que lo vería. Aún tenía los labios húmedos del beso que se dieron a modo de despedida mientras sus manos entrelazadas prometían volver a juntarse de nuevo.
Aquel había sido un verano maravilloso, el más felíz que pudieron pasar juntos. Desde que salía el Sol hasta que se iba, incluso las largas noche en las que se escapaban de sus habitaciones para poder fundirse y esperar, sin darse cuenta, a que la mañana los sorprendiera

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